Es un día cualquiera, del mes de julio del año dos mil veinte. Los ruidos de los motores y de los silbidos de los colectivos que pasan por mi ventana, fue reemplazado por un silencio de cementerio. Por el ventanal de mi living se cuelan las luces fluorescentes de los televisores del edificio de enfrente.
Son las nueve de la noche, hora de los anuncios “mortales”. Como si estuviéramos en una procesión “todos” a esa hora aplaudíamos a los médicos. Es un acto de patriotismo y de fe. Hay una nueva forma de gripe; la llamaron covid-19, es mas fuerte que sus predecesoras, (la aviar por nombrar una). Aplaudo como para sentirme parte de algo más grande.
La ciudad esta en estado de sitio, así como mi país y el resto de las ciudades del mundo. El presidente está por anunciar las nuevas medidas de cuidado. Estoy sola.
No presto atención al televisor, hace tres meses que no salgo. He visto a una o dos personas en ese lapso. No hay nada ni nadie. Solo las voces en muchas pantallas de los celulares, tabletas y televisores). Hay un fanatismo y una hiper conectividad neurótica. Todos empiezan a enfermarse, no solo de COVID…la paranoia de que cualquiera se puede morir en una salida al supermercado o apoyando las manos en cualquier picaporte que no fuera el tuyo era el mensaje de los “especialistas” del momento. Algunos médicos otros no tanto…
Es viernes, aunque podría ser lunes el tiempo para mí se detuvo. Trato de sentirme optimista después del discurso presidencial. No encuentro forma de acelerar la noche, mucho menos de entretenerme. Voy del living a la cama, me acuesto con la intención de dormir, busco el celular para tener algo con qué distraerme. Tengo una notificación que penetra por mis lentes y la voz de un actor mexicano capta mi atención, desde el muro de Facebook.
Escucho con atención la mexicaneada, mientras los lentes Ray Ban complotan dándole un toque sensual al hombre detrás de la app. Estallo a carcajadas, no lo puedo evitar. Siento que podría volver a reír, solo necesito un mexicano más. Así que vuelvo sobre el mismo video de Facebook. Alguien me provoca alegría. Fue ahí que caí en cuenta, no solo que no estaba feliz, sino que quería volver a verlo.
-“Me muero”, comenté. Y agregué un emoji de ovación. Mi risa y sus Ray Ban negros me impiden ver su cara.. unos minutos después, el mexicano me pide amistad. En la red social, Lo acepto.
5 minutos después…
–Hola Lu, (Lucia?) Gracias por aceptarme. (15 de julio 20:48 p.m., mensaje de facebook).
-Hola Arqui. ¿Así te llamas?
–Sí perdón, me llamo Gonzalo, encantado.
Había visto un video corto de Arqui, en el muro del profesor de teatro y decidí volver a actuar, aunque fuera desde casa. Si él podía, yo también pensé.
-Haces o hiciste algo con Walter? (Walter= el profesor de teatro).
–Hice y vuelvo a hacer, respondí segura. Me había decidido en ese momento.
–Bien, seguramente nos conoceremos entonces.
-No creo, empecé en el verano y vino la pandemia.
-Pero seguramente en el futuro; quise decir.
–Ah, en el futuro, Marty…
–Es mi película de cabecera me hiciste reír.
–Me alegro, no es poco en estos tiempos, Gonzalo.
-Ahora me dan más ganas de conocerte.
-Me subo al Delorean?
–Dale, te paso a buscar?
-Vamos a 1955, un buen año. Nunca estuve.
–Yo tampoco, pero debe ser hermoso.
-Sí, menos tecnológico. Además de trabajar como Arquitecto, sos buen actor.
-No. Conseguiré ropa de época, no quiero pasar papelones.
-Fuerte tu declaración.
–Cuál?, ¿te propuse algo?
-Papelones.
–Ah!
-Por la ropa.
-Vos actuaste ya en público?
-Alguna vez, ¿por?, No soy actriz.
–Y qué Sos?
-Soy Psicóloga.
–Yo soy mexicano.
–Ah, no, pensé que imitabas bien el acento. ¿Qué te trae a Bs. As.?, ¿Cómo es tu apellido?
-Soy más porteño que el tango.
-Entonces te felicito por tu actuación.!
–Te puedo decir mi apellido. ¿Alguna otra pregunta también inspectora? Bosh, Gonzalo Claudio.
–Por ahora no.
-Yo si.
-Bosh, pregunte…
-¿Estado civil?
-Divorciada, (no se en 1955…)
–No más preguntas señor juez.
–Jaja, Señora.
–¿Perdón, estás encuarentenada?
–Semi, diría.
–¿Barrio?
-Almagro.
-Arqui, ahora usted pregunta cual inspector…
–Afirmativo. Nací y me crié en Almagro.
–Qué casualidad, me despido…hasta el futuro Marty. Cuídese.
–Usted también, fue un placer.
–Gracias, igualmente.
–Te echaré de menos.
Fin del chat: 22.31
mm, otro encuarentenado pidiendo pista…me acomodé para dilucidar cuánto más hilo podría tener el carretel de la conversación, y le puse un fin.
continuará..